miércoles, 1 de agosto de 2012

Romance en plaza pública


¿Qué representas Andrés Manuel López Obrador? ¿Por qué el anuncio de tu presencia provoca la invasión de la gente a una plaza pública donde ya te esperan eufóricos?

Hay changarros improvisados que ponen a la venta peluches, libros, discos, documentales y banderas. Todos estos objetos tienen algo en común: llevan tu cara impresa.

Pancartas que transmiten lemas de cansancio y a la vez coraje. Coraje de este México. “No somos pendejos”, “Fuera Televisa, fuera Tv Azteca”, “Prefiero morir de pie, que vivir de rodillas”  pero quizás el más llamativo y significativo en este momento se encuentra en la parte más alta de una casa: “Todos somos 132”.

Una protesta que se generó de forma espontanea en una universidad privada, terminó convirtiéndote involuntariamente en el líder de todas esas mentes inquietas que aguardaban impacientes a que México reventara, estallara.

Llegó el momento y sabes que todo esto te beneficia, no lo haces público, no intervienes en los gritos de los jóvenes, pero no hace falta decirlo. Tú también eres “132”.

“Ya está con nosotros el licenciado Andrés Manuel López Obrador” se escucha en los parlantes. Entre gritos y algarabía desciendes del auto, como estrella de rock saludas e inmediatamente te buscan abrazar, besar o al menos tocarte.

Te cuelgan collares de flores y como en cada parte de la república que has visitado inicias tu largo trayecto hacia la tarima. Las caras llenas de esperanza te hablan sobre las miles de inconformidades que tienen, las de siempre. Los fotógrafos capturan hasta el más mínimo movimiento que haces, y tú, buscas saludar a todos pero las manos no te alcanzan, los oídos  te son insuficientes para escuchar a cada uno de ellos y las palabras que liberas son tan cortas que no proyectan lo que quisieras.

“Presidente, presidente”, “No estás solo”, “Es un honor estar con Obrador”. ¿Cuántas veces habrás escuchado estas alegorías en tu andar por conseguir la presidencia?

A tu lado te acompaña la gente que ha trabajado por conseguirte más adeptos, pero también levantan el puño izquierdo a tu costado los más oportunistas. Candidatos a senadores y diputados no dejan pasar la oportunidad de incrementar puntos que los lleven a lo más alto de las tan engañosas encuestas electorales. “Si ven que Obrador me apoya, seguro gano” ha de pensar uno que otro.

Empapado de sudor subes al templete, los observas, sonríes, señalas constantemente a donde se ubican las pancartas más creativas. Ellos, desde abajo, te admiran, te aplauden, te gritan para que les otorgues tres segundos y te puedan fotografiar.

Todos miran hacia arriba, encuentran como paisaje tu figura y el cielo como fondo. Eres una especie de mesías para ellos y lo sabes. La mirada refleja que eres consciente de lo que tienes en tus manos.

Te adueñas del micrófono y para confirmar lo que está sucediendo en el país lanzas tu primera frase de la tarde sin titubear: “Viva los jóvenes”. La respuesta es inmediata y al reportero de Televisa no le queda de otra que ocultar su micrófono para cambiarlo por otro más común, uno que lo haga pasar desapercibido.

El discurso es prácticamente el mismo, pero el país también lo es. Apuntas los problemas más graves que México tiene, has detectado el cáncer de la nación y es quizás ahí donde logras tener tal empatía con tus seguidores. Les dices lo que ellos quieren oír. Y ellos escuchan lo que a diario les toca vivir.

Corrupción, desempleo, pobreza, inseguridad y violencia. Son los temas que vas abordando a lo largo de tu ponencia mientras al mismo tiempo consigues conmover a la gente que no cesa de lanzar porras cada que se le presenta una oportunidad.

“Muera el PRI” grita a lo lejos un joven con rabia y desesperación. Tú aprovechas el comentario para aclarar que la estrategia ya no es la misma, ya no hay tantas palabras agraviantes hacia la oposición como hace seis años.

Hablas de moralizar al país para ir avanzando en todos los sentidos, inclusive citas a José Martí: “Amor con amor se paga”.

Las propuestas las acompañas con frases convincentes: “No puede haber gobierno rico y pueblo pobre”, “No va ser fácil pero tengo ganas”. Explicas el proyecto de nación que tienes y  casi al final de tu discurso vociferas a todo pulmón lo que puede ser el grito con más contenido y profundidad política: “Esto va más allá de los partidos”.

Concluyes gritando “Viva Zihuatanejo”  y entonando el himno nacional, tu partida se vuelve más compleja que la llegada. Te hacen llegar papeles con múltiples peticiones, y terminas entregándoselas a una persona que forma parte de tu equipo de trabajo.

Recorres de nuevo el pasillo en busca del auto que te trajo a la costa, pero demoras minutos, muchos minutos. Los empujones empiezan aparecer y las caras ilusionadas no te quieren dejar ir, te imploran que no te vayas y tú les recuerdas que tienen una cita el próximo 1 de julio. 

De forma caótica llegas al carro, el chofer ya tiene encendido el motor, y antes de abordar el asiento saludas a todos por última vez, también haces lo mismo con los que se encuentran en los balcones de los bares y restaurantes.

Avanza a paso lento las cuatro ruedas que te transportan. Algunos insisten en verte hasta el último segundo y te acompañan de lado de tu ventanilla hasta que de apoco te vas perdiendo en las calles de Zihuatanejo. ¿Qué representas Andrés Manuel López Obrador?

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