Hace apenas algunas semanas falleció el escritor Ray Bradbury, autor de la obra que marcaría el inicio de
mi aún corto sendero en la literatura, me refiero a su libro “Fahrenheit 451”.
La obra narra la historia de
una ciudad donde leer es el peor de los delitos, por tal razón, existe un
equipo de bomberos que tiene como misión prenderle fuego a cada libro que
encuentren, siempre a 451º grados.
Dentro de la sociedad se
ubica un grupo disidente que opta por aprenderse de memoria cada libro que
logran conseguir, son vistos y perseguidos por representar una amenaza a la
nación.
La narrativa de Bradbury se
distinguió por poseer una calidad de imaginación que lo hizo único y fácil de
distinguir, motivo por el cual Fahrenheit 451 se posicionó como una de las
grandes novelas del siglo XX.
Pero más allá del talento
indiscutible que se refleja en su prosa, Fahrenheit 451 anuncia el mensaje que
es claro y que no cualquiera hasta
nuestros días está dispuesto a enfrentar : “Si lees vas a ser infeliz”.
Acercarse a la lectura tiene
como consecuencia descifrar y analizar realidades que con el tiempo terminan
convirtiéndose en injusticias o desigualdades, mismas que se empiezan a asumir
como personales y es cuando comienza la lucha infinita por conseguir un mundo
más fructífero para todos.
El precio de absorber tantos
libros es alto, pero vale la pena pagarlo. Alguna vez me preguntaron la razón
del por qué leía, mi respuesta fue inmediata y sin pensarlo: leo porque nadie
lee.
Cuando tuve en mis manos
Fahrenheit 451 me advirtieron las consecuencias: vas a observar las cosas de
otra manera, te empezarás a sentir diferente a los demás y quizás, solamente quizás, te vuelvas
una persona anti social y con tribulaciones que cargarás en tu espalda.
No lo creí, exageraron tal
vez para ponerle dramatismo y provocar que leyera a toda costa el libro, ya sea
por interés o por el morbo de comprobar si eran ciertos sus presagios.
Lo única consecuencia que
realmente tuve al acabar de leer el libro, fue la necesidad insoslayable de seguir leyendo. Con el tiempo
comprendí que Bradbury no había fallado en su mensaje: leer te sitúa como un
enemigo del sistema.
Ray Bradbury solía decir que
uno de los mayores crímenes de la humanidad era mandar a la hoguera los libros,
pero que lo era aún más no leerlos. Y en ese sentido, me declaro totalmente
inocente. ¿Y ustedes?
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