miércoles, 1 de agosto de 2012

De lectores y sus enemigos


Hace apenas algunas semanas falleció el escritor Ray Bradbury, autor de la obra que marcaría el inicio de mi aún corto sendero en la literatura, me refiero a su libro “Fahrenheit 451”.

La obra narra la historia de una ciudad donde leer es el peor de los delitos, por tal razón, existe un equipo de bomberos que tiene como misión prenderle fuego a cada libro que encuentren, siempre a 451º grados.

Dentro de la sociedad se ubica un grupo disidente que opta por aprenderse de memoria cada libro que logran conseguir, son vistos y perseguidos por representar una amenaza a la nación.

La narrativa de Bradbury se distinguió por poseer una calidad de imaginación que lo hizo único y fácil de distinguir, motivo por el cual Fahrenheit 451 se posicionó como una de las grandes novelas del siglo XX.

Pero más allá del talento indiscutible que se refleja en su prosa, Fahrenheit 451 anuncia el mensaje que es claro y  que no cualquiera hasta nuestros días está dispuesto a enfrentar : “Si lees vas a ser infeliz”.

Acercarse a la lectura tiene como consecuencia descifrar y analizar realidades que con el tiempo terminan convirtiéndose en injusticias o desigualdades, mismas que se empiezan a asumir como personales y es cuando comienza la lucha infinita por conseguir un mundo más fructífero para todos.

El precio de absorber tantos libros es alto, pero vale la pena pagarlo. Alguna vez me preguntaron la razón del por qué leía, mi respuesta fue inmediata y sin pensarlo: leo porque nadie lee.

Cuando tuve en mis manos Fahrenheit 451 me advirtieron las consecuencias: vas a observar las cosas de otra manera, te empezarás a sentir diferente a los demás y quizás, solamente quizás, te vuelvas una persona anti social y con tribulaciones que cargarás en tu espalda.

No lo creí, exageraron tal vez para ponerle dramatismo y provocar que leyera a toda costa el libro, ya sea por interés o por el morbo de comprobar si eran ciertos sus presagios.

Lo única consecuencia que realmente tuve al acabar de leer el libro, fue la necesidad  insoslayable de seguir leyendo. Con el tiempo comprendí que Bradbury no había fallado en su mensaje: leer te sitúa como un enemigo del sistema.

Ray Bradbury solía decir que uno de los mayores crímenes de la humanidad era mandar a la hoguera los libros, pero que lo era aún más no leerlos. Y en ese sentido, me declaro totalmente inocente. ¿Y ustedes?

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