Víctor Ruiz.
Todo el tiempo sonríe. Saluda,
camina y a pesar de cualquier movimiento, jamás se le olvida sonreír. Miriam
Cruz de Abud sabe que atrae miradas, que llama la atención y que su presencia
no es indiferente. Como lo marcan las viejas costumbres de la política
tradicional, ante el encendido de cualquier cámara fotográfica o de vídeo, la
esposa del alcalde se acerca a abrazar a la gente, la besa y se da el tiempo de
escucharla.
-¿Fíjate a qué huelen, mi amor?- le
dice al niño que tiene sobre sus piernas. El pequeño se ve aturdido por las
cámaras y ante la emboscada, no le queda de otra que poner la nariz sobre los
zapatos. –Huelen a nuevo, ¿verdad?- le pregunta en tono de afirmación al niño
que se acompaña por su madre.
Acto seguido, la prensa
insaciable pide que ahí mismo el niño deje los zapatos desgastados y sucios a
un lado para que se ponga los nuevos. -¡Qué emoción!, expresa Miriam Cruz
mientras las luces y los flashes de las cámaras se proyectan en su rostro. En
unos cuantos segundos, un niño que no pasa de los 10 años de edad fue usado como mascota para
atraer miradas.
La escena denigrante se presentó
durante la entrega que hizo el sistema DIF municipal de mil 50 canastas básicas
para adultos mayores y 870 pares de calzados para niños de escasos recursos,
apoyos que se contemplan dentro de los programas sociales de la actual
administración del Gobierno Municipal que preside Salvador Abud Mirabent.
Los actos de donación, apoyos y
“compromisos” se han repetido una y otra vez en los tres años del actual
gobierno de Morelia. Escenas disfrazadas de humanismo, pero que en el fondo
tienen una intención más profunda: Desalentar a los ciudadanos para mantenerlos
alejados de cualquier lucha de clases y promover que sean ellos quienes tengan
que pedir favores basados en la buena voluntad y el humanitarismo en lugar de
hacerse conscientes de sus derechos como personas, derechos tan simples como el
hecho de merecer pisar el pavimento con un calzado de por medio.
La esposa del presidente
municipal reproduce sin cansancio la misma escena. Habla sin cesar de la
importancia de que las personas obtengan estas ayudas del gobierno, pero nada
dice de cuánto puede un par de zapatos erradicar el problema de fondo. El
escritor Oscar Wilde escribió durante su ensayo El alma del hombre bajo el socialismo las erradas intenciones que
suelen tener los hombres para solucionar los males que se presentan ante sus
ojos:
“Tratan de solucionar el problema de la pobreza, por ejemplo,
manteniendo vivos a los pobres. Pero ésta no es la solución: es un agravamiento
de la dificultad. La verdadera meta es intentar reconstruir la sociedad sobre
unas bases que hagan imposible la pobreza. Y las virtudes altruistas han
impedido llevarlo adelante… Sus remedios no curan la enfermedad: no hacen sino
prolongarla. Más: sus remedios son parte de la enfermedad”.
En su momento, cuando vivía, el
escritor Eduardo Galeano hacía una clara diferenciación entre la caridad y la
solidaridad. La primera, decía, es humillante porque se ejerce verticalmente y
desde arriba; la segunda, sentenciaba, es horizontal e implica respeto mutuo.
Frente al micrófono, Miriam Cruz
de Abud siguió sonriendo y preguntó a los niños cómo se encontraban. Antes de
recibir respuesta, advirtió: No se me preocupen y quiten esas caras, de aquí
todos van a salir con sus zapatos nuevos.
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