sábado, 22 de diciembre de 2018

Joe Strummer y todos los mundos


“The spirit is our gasolina…” 



Víctor Ruiz

Cuando Joe Strummer murió, la gente que lo conocía coincidió en que se trataba de una doble fatalidad. Por un lado, se iba el artista, el padre de familia, el amigo y el entrañable compañero; pero la segunda desgracia tenía un corte más individual: Joe murió cuando era más feliz.

Es sabido que tras la disolución de The Clash, Joe Strummer huyó a su querida Granada para tratar de reinventarse en un ambiente que estaba alejado de lo que supone ser una estrella de rock. Es ahí donde la parte más experimental del músico salió a flote, pues lo mismo dedicó sus energías para producirle un disco a un grupo local, que para actuar en películas o realizar la banda sonora de las mismas.

Esa etapa de transición fue confusa y a su vez dolorosa. Joe Strummer superaba ya los 40 años de edad y sin embargo tenía que seguir cargando sobre sus hombros la chamarra de piel con la que la gente lo recordaba como el vocero del punk rock que alguna vez fue.

Pero supo caminar. En esa genuina capacidad que tenía Joe para conectar mundos a través de la música, también se halló a sí mismo de nuevo. Fue cuando nació The Mescaleros, proyecto que significó en la vida del líder The Clash una segunda oportunidad de volver a ser y hacer.

En los tres discos que se le conocen a la banda, el trabajo se distingue por la variedad de ritmos y sonidos que emplearon. Lo mismo se hacía uso de percusiones latinoamericanas, que de ritmos africanos, pasando por el reggae y llegando a un atípico violín mezclado con los riffs de una guitarra. La fusión de todos elementos era una especie de Big Bang artístico que terminaba estallando en la sensibilidad de quien prestara atención.



Esta metáfora de brebaje musical bien proyecta a la perfección la idea de vida que deseaba Joe Strummer. Comprometido política y socialmente como era, su apuesta siempre fue el humanismo por encima de fronteras, lenguas y razas. Hablar de Mescaleros es hablar de muchos mundos en uno solo.
 
Alguna vez le preguntaron a Joe cuál era el mejor regalo que había recibido de parte de un fan, y sin pensarlo respondió que el hecho de que la gente se le acercara para confesarle que su música había servido de inspiración para entender y mirar de un modo distinto lo que les rodeaba. Todo un cambio de percepción.

En esas andaba Joe Strummer cuando un paro cardíaco lo sorprendió un 22 de diciembre del 2002. De seguir vivo, quién sabe cuántas ideas más podría estar aportando en este momento, justo cuando el mundo se torna álgido y se requiere de personas que lo hagan más soportable.

Por lo pronto, a 16 años de su ausencia, yo me quedo con uno de sus pensamientos: “Madurar es comenzar a tratar bien a tus semejantes”.

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