Víctor Ruiz
Fue quizás el equipo más
pintoresco que ha existido en el futbol mexicano. Al mismo tiempo, una de las
franquicias que más claroscuros dejó por su paso en las canchas que visitó
dentro del territorio nacional. Colibríes de Morelos fue color, garra, pasión,
decepción, corrupción; pero sobre todo, un error que no se puede repetir.
A poco más de 15 años de aquella
aventura que solamente duró 6 meses, Claudio Da Silva Pinto, mejor conocido
como Claudinho, relata la experiencia que le dejó haber
militado en lo que calificó como un “auténtico equipo de barrio”.
Incumplimiento en el pago de
salarios, dificultades para entrenar, mala alimentación y la tensión generada
por la responsabilidad de salvar la categoría, eran el sello de aquel equipo
que jugó en el estadio “Mariano Matamoros” de Xochitepec, inmueble que se sitúa
justo en medio de la nada.
“Se jugaba con mucha garra, pues
aunque no cobrábamos, eso nunca llegó a trascender dentro del campo, ya que
también sabíamos que si hacíamos las cosas bien se abrían las posibilidades
para poder emigrar a otro club”.
El ex futbolista brasileño
recuerda que fue un año de contrastes, pues originalmente la franquicia era la
del Atlético Celaya, donde se encontraban jugadores como Diego Latorre, Antonio
Mohamed y Jorge Jerez; sin embargo, a inicios del año 2003, el dueño Jorge
Rodríguez decidió mudar el equipo a Morelos y utilizarlo para promocionar la aerolínea
de la que también era propietario.
A partir de ahí, asegura
Claudinho, el plantel se vino para abajo y lo que siguió fue un sufrimiento que
duró 19 partidos. “Sumado a las dificultades que teníamos para cobrar, nos
vimos en la necesidad de entrenar en mi casa porque no había las condiciones de
un equipo de primera división”.
Si bien es sincero y reconoce que
si pudiera regresar el tiempo no volvería a jugar en Colibríes, el ex delantero
también nombra los aspectos positivos de aquel semestre, como es el caso de la
afición, quienes partido a partido se encargaron de atiborrar las gradas y
hacer sentir un clima hostil al rival.
Inclusive, hablar del descenso y
posterior desaparición de Colibríes, es algo que para Claudinho se registra
como una herida que no termina de cicatrizar, ya que más allá de los problemas
externos, afirma que el plantel estaba comprometido con la salvación.
“Ese último partido frente a Cruz
Azul fue un momento difícil, estábamos haciendo bien las cosas, pero al final
lamentablemente ya dependíamos de otro resultado; fue algo confuso, del festejo
pasamos a la tristeza, todo en cinco minutos”.
En ese momento, nadie imaginaba
que aquella escena casi surrealista donde los jugadores (impulsados por la
desinformación) daban la vuelta olímpica junto al pueblo festejando una falsa
salvación, terminaría siendo el punto final de la franquicia de Colibríes.
¿Qué fue lo que quedó 15 años
después?
Luego de la desaparición del
club, en los medios de comunicación se comenzaron a ventilar detalles e
irregularidades que rodeaban a la franquicia. El escándalo más fuerte recayó
sobre el dueño Jorge Rodríguez, quien fue acusado de ser piloto privado del
narcotraficante Amado Carrillo.
Claudinho afirma que nunca se le
pagó los seis meses que jugó en la institución. Sin embargo, lejos de la
frustración y la impotencia, ahora sonríe y más bien recuerda ese momento de su
vida como una lección de la cual debe aprender el futbol mexicano.
“En Brasil es diferente, la
federación de futbol y la misma asociación de futbolistas apoyan más a los
jugadores, no te dejan así y te respaldan para poder demandar al club y sus
socios; es algo que también debería estar pasando ya en México”.
El caso de los adeudos salariales
en Colibríes fue absorbido por la Federación Mexicana de Futbol y con el tiempo
mandado al olvido, ya que nunca se les notificó nada a ninguno de los
futbolistas que formaron parte de aquel singular equipo. El expediente sigue
abierto y con ello un episodio más de la ignominia deportiva.
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