Víctor Ruiz.
“…Sueña Antonio con que la tierra que trabaja
le
pertenece, sueña que
su sudor es pagado con
justicia y verdad,
sueña que hay escuela para curar
la ignorancia y
medicina para espantar la muerte,
sueña que su casa se
ilumina y su mesa se llena…
Sueña que debe luchar
para tener ese sueño,
sueña que debe haber
muerto para que haya vida.
Sueña Antonio y
despierta… ahora sabe qué
hacer y ve a su mujer
en cuclillas atizar el fogón,
oye a su hijo llorar,
mira el sol saludando al oriente,
y afila su machete
mientras sonríe. Un viento se levanta
y todo lo revuelve,
él se levanta y camina a encontrarse
con otros. Algo le ha
dicho que su deseo es deseo de muchos
y va a buscarlos… Ya llega la hora de
despertar”.
***
-¡Uy!, eso fue hace
20 años- me dice el taxista cuando le pido que me lleve al CIDECI. Estoy en San
Cristóbal de las Casas y me dirijo a la escuelita zapatista.
-¿Y cómo fue ese
día?- le pregunto para que no se quede con las ganas de contar la historia.
-Nadie lo
esperábamos. Bajaron y destruyeron el IMSS, en palacio municipal los policías
se escondieron y quemaron todos los archivos que había en las oficinas. Eso sí,
con los civiles no se metían.
-¿Y Marcos?
-Ahí lo conocimos.
Era un tipo muy serio pero muy concreto a la hora de hablar.
-¿Qué pasó en
Ocosingo?- agrego la pregunta para comprobar que el taxista sabe la cronología
de principio a fin.
-Ahí se escucharon
las primeras balas. Hubo muchos muertos, dicen que tractores recogían a los
cuerpos para depositarlos en fosas. ¡Imagínate! Murió gente que no tenía nada
que ver con los zapatistas. Los militares dispararon a quien fuera. Ésa es la
diferencia: el gobierno tira contra todos, los zapatistas no.
***
El camino está lleno
de curvas y neblina entre montañas. Se recorren tantos pueblos que se pierde la
cuenta, de repente parece que esto es interminable hasta que pasan más de siete
horas y por fin se lee el ya tan famoso letrero de bienvenida: “Está usted entrando a territorio zapatista.
Aquí manda el pueblo y el gobierno obedece”.
Es el caracol Roberto
Barrios, el quinto, “El que habla para todos”. No es el más sonado, tampoco es
muy mencionado y por supuesto no es el que tiene los mayores avances dentro de
la organización; pero desde el norte de Chiapas, sigue resistiendo y creciendo,
así, como la fórmula lo indica.
-Compas, por aquí el
registro- nos recibe un encapuchado mientras nos lleva a la mesa donde
firmaremos nuestro ingreso.
Desde ese momento y
hasta el último día, la palabra compa
fue una constante. Todos éramos compas. Los niños aprendían primero a
identificar al compa antes que a decir “mamá”.
Entre muros donde
figuran las imágenes del Sub Marcos, Fidel Castro y el Che Guevara, los
guardianes o votán, esperan atentos a que les designen un alumno, un compa que
cuidarán por una semana.
-Tu guardián es el
compa “Famoso”- me indican y veo
acercarse a un sujeto regordete de no más de 1.60 de estatura.
-Mucho gusto- le digo
mientras estiro la mano, pero me deja con el brazo extendido y me da un abrazo
como si fuera un pariente al que tiene muchos años sin ver. – ¡Bienvenido,
compa!- me dice y, desde ese momento, no se separa de mí.
Tenemos que esperar
un lapso para poder partir al pueblo designado. El compa Famoso en ese tiempo me habla de sus conocimientos de la tierra, de
las cosas que se producen en su pueblo y de los fertilizantes que ellos mismos
crean.
-¿Y en tu tierra qué
se produce?- me pregunta ignorando totalmente qué es y dónde está Morelia,
Michoacán.
Lo moralmente
correcto sería haber dicho la verdad: producimos miseria, egoísmo, carteles de
droga, violencia, bombas y represión. –Nada. Las tierras no son muy buenas-
opté por mentir.
Por fin, después de
una hora, nos llaman para abordar de nuevo la camioneta. El destino es el
pueblo Rumania, cuenta con
aproximadamente mil habitantes y pertenece al municipio de El Trabajo. Tiempo
estimado de viaje: 40 minutos. Condiciones: frío, lluvia, curvas, neblina y
mucha… demasiada noche.
***
Son indígenas choles.
Descienden de la cultura maya y se les mira resistiendo los embates de la
globalización por los Altos de Chiapas, en Tabasco y Guatemala. Ya esperaban
nuestra llegada y nos han recibido con litros de café, arroz, frijol y
tortillas de maíz. Todo producido por ellos mismos. Antes de macharnos los
alumnos con nuestras respectivas familias, nos han ofrecido una cena en
colectivo a la que le prosiguió el lavado de trastes de la misma forma. Un gran
lavadero para que cada quien enjabonara y tallara lo que ensució. El zapatismo
se ha propuesto erradicar el machismo desde sus inicios y la mejoría es
apreciable en un simple detalle: aquí la mujer ya no tiene la obligación de
pasar horas entre montañas de platos.
La ley Revolucionaria
de Mujeres consta de diez puntos con una propuesta de ampliación a 33 más. Ha sido implementada en los cinco caracoles
zapatistas y destacan incisos como el que permite a la mujer involucrarse en la
organización política del movimiento, el derecho a trabajar, a decidir el
número de hijos que desea tener (si es que quiere alguno), la libertad de
elegir la pareja que más le convenza, entre otros. Cualquiera, en otra
geografía y calendario, pensaría que estos acuerdos no tienen nada de
extraordinario, pero en lugares donde antes la mujer no podía/debía levantar la
mirada, son avances absolutos del reivindicamiento de su posición en un sistema
patriarcal.
-¿Le ayudo con su
maleta, compa?- me pregunta el compa Mauricio mientras vamos cuesta arriba.
Mauricio inspira
confianza desde el primer momento. Su mirada no contiene malicia, sonríe no por
compromiso, cada gesto suyo denota sinceridad. Es el padre de Domingo de 8
años, Ana de 5 y Lucio de 3. A un costado camina Anabel, su compañera de vida.
Anabel es toda
amabilidad, no rebasa los 35 años y, junto a Mauricio, hacen una pareja
envidiable.
-No, yo la llevo-
contesto más por pena que por las ganas de seguir cargando la estorbosa maleta.
Después de esquivar
piedras y charcos, llegamos a la casa que se encuentra en la parte alta del
pueblo. Ahí ya nos esperaba Paula, la madre del compa Mauricio y fundadora de
Rumania hace aproximadamente unos 70 años. Se le mira fuerte, camina descalza y
sus signos de vejez en el rostro en nada se parecen a la juventud de su espíritu.
No habla español, pero me sonríe cada que puede.
La casa consta de un
cuarto único y amplio; no tiene muebles, pero sí mucho espacio para que los
niños jueguen todo el día. Por fuera y, al aire libre, está la cocina, casi
enseguida se ve la parcela de Mauricio donde produce los alimentos de cada día
y muy al fondo de las hierbas se encuentra la letrina.
-¿Traes en qué
dormir?- pregunta Mauricio mientras acomoda las colchas en el suelo y Famoso ronca ya encima de su hamaca.
-No, sólo una cobija-
respondí preocupado ante el temor de posiblemente dormir sentado.
-Vente para acá- dijo
a la vez que me hacía un espacio.
Esa noche dormí junto
a seis personas. En colectivo, como había sido desde un principio.
***
-¿En qué se nota más
el avance dentro de las comunidades zapatistas?- le tomo por sorpresa con la
pregunta al compa Mauricio que recién llega de cortar leña.
-En la educación…-
hace una pausa para pensar bien la respuesta y después prosigue- Antes los
niños tenían una calificación alta pero no aprendían nada, y ahora que nosotros
estamos en resistencia, pues no dependemos del gobierno; existen promotores de educación que se
preparan aquí mismo y son los que enseñan a los niños.
Las escuelas
autónomas zapatistas comenzaron desde 1996, en el caracol Oventik, que es la
zona más avanzada dentro de las comunidades. Lejos de los programas oficiales
de la Secretaría de Educación Pública, han implementado un sistema de estudio
donde se han erradicado las calificaciones y los exámenes.
Domingo es el único
hijo de Mauricio y Anabel que por ahora va a la escuela. Me cuenta que las
materias que lleva son “Lenguas”, “Historia”, “Matemáticas”, “Vida y medio
ambiente” e “Integración”, en ésta última se les habla a los niños sobre las 13
demandas de los pueblos zapatistas: techo, tierra, trabajo, salud,
alimentación, educación, independencia, democracia, libertad, justicia,
cultura, información y paz.
Son tres niveles los
que conforman el curso primario y no se tiene un límite de tiempo en cada uno.
Se ingresa al siguiente nivel hasta que los promotores de educación están
seguros de que los niños han adquirido los conocimientos para poder llevarlos a
la práctica.
Lejos de pensar que
la organización zapatista va perdiendo fuerza, el compa Mauricio asegura que es
al revés. Su pensar tiene validez. En las comunidades indígenas donde se ha
logrado que los mayores tomaran conciencia de que el camino es la solidaridad y
la forma de organizarse tiene que ser de manera horizontal, los niños que van
siendo educados bajo estos valores, tomarán las riendas del movimiento en
un futuro con una mayor preparación
intelectual y moral de la que existe ahora. La explicación es sencilla:
mientras la opinión pública señala al zapatismo de silenciosos, ellos responden
trabajando.
-¿Cómo te imaginas
todo esto en diez años?- le cuestiono a Mauricio, quien ve jugar a sus tres
niños en el amplio cuarto.
-Pues…imagino a mis
hijos gobernándose a ellos mismos- responde con un toque de orgullo.
***
De
geografías y calendarios
No figura el 6 de
enero. Domingo, Ana y Lucio no mencionan algo al respecto. No les interesa y
piensan el día como uno más de juegos. Ana infla y desinfla un globo rojo.
Jamás le hace un amarre porque se correría el riesgo de que reviente. Domingo
pastorea durante el día, pero por la tarde se da el lujo de jugar con un balón
ponchado de los Pumas; mientras que Lucio se cuelga una mochila en las espaldas
y juega a ser un gran escalador de montañas. En esta geografía y calendario,
Mauricio y Anabel no se les nota preocupados por conseguir juguetes, tampoco se
sienten decepcionados o tristes por haber incumplido al convencionalismo católico
y nacional.
-Si quisiera alguien
de fuera venir a vivir aquí, ¿lo aceptarían?- dirijo la pregunta a Famoso y
Mauricio, quienes se muestran preocupados de que no me quede con una sola duda.
-¡Uy!...¡No!-
responde tajantemente Famoso.
-Lo que pasa es que
sería muy difícil, no lo entenderían. Vendrían de otros lados, de comodidades
diferentes… solamente entrarían a sufrir. – complementa Mauricio.
-Esto no es un arma
de juego, es un arma de resistencia- finaliza contundentemente Famoso.
En esta geografía y
calendario no importa nada tu posición económica. Aquí no se sabe de los
avances tecnológicos, ni de celulares y mucho menos de la variedad de marcas
para vestir. Piensan y se preocupan por vivir. Hablan de las tierras, cuentan
anécdotas, ríen, cantan a capela, juegan y duermen temprano para levantarse a
las seis de la mañana.
Desde hace 20 años o
más, viven bajo los conceptos de dignidad, justicia, libertad, igualdad,
autonomía y resistencia. Son palabras llevadas a la vida diaria. En esta
geografía y calendario han aumentado el nivel de vida, ése que nada tiene que
ver con tener o consumir más.
Un camino nuevo, una
aventura es la que han creado, una donde el salvaje capitalismo no tiene
derecho de acceso. Y nosotros, que somos de otras geografías y calendarios, fuimos
recibidos como unos compas más. Nos hemos mirado y reconocido mutuamente. Ahora
sabemos que todo es posible.
***
Los tres litros de
pozol que ha preparado la compa Anabel se alistan para refrescarnos en el andar
hacia los colectivos. –Vamos a caminar mucho- me ha advertido.
El criadero de
puercos, la tienda de abarrotes, la milpa y la panadería son las actividades
grupales que tiene el pueblo de Rumania. Colaboran todos y todas. Las ganancias
estrictamente supervisadas son en beneficio de cada uno de los zapatistas.
Mauricio cuenta con
criaderos de guajolotes y cerdos, además de su parcela donde produce maíz,
frijol y cebollas. Aparentemente no tendría necesidad de aportar su mano de
obra a las actividades colectivas, pero sus acciones solamente se pueden explicar
bajo las normas de eso que llaman solidaridad.
En un pueblo donde un
sector ha sido tentado por las migajas gubernamentales o partidistas, los
colectivos simbolizan la resistencia económica que el capital no ha podido
derribar. “Cuando un pueblo está unido y organizado no hay nada que lo pueda
exterminar”, había dicho en algún momento el compa Famoso, que repetía en diferentes ocasiones que la autonomía es el
único camino que tenemos.
Los senderos, dentro
de la montaña, van desde ríos, puentes de piedra, subidas prolongadas y bajadas
peligrosas. Todo esto se acompaña de la vegetación tan característica del
estado de Chiapas. Las casas tienen techos de palmeras y según cuenta Mauricio,
llegan a durar hasta diez años si están bien acomodadas. El contacto con la
naturaleza y la vida es parte fundamental de la cultura indígena. Todos los
paisajes son propios de aquellas novelas de utopía, sólo que aquí más reales.
-No te vayas a caer-
me advierte Famoso a cada tramo resbaloso por la lluvia.
No hay un solo pedazo
que esté pavimentado. Si hace 20 años el progreso en los servicios básicos era
nulo, ahora resultaría impensable siendo zapatistas. Pero no les preocupa, en
realidad no aceptarían ningún ofrecimiento del gobierno federal o estatal.
Criadero
de puercos
“El criadero colectivo de puercos nos deja un buen
recurso porque cuando ya están grandes se venden a buen precio. Las y los
compañeros trabajan para mantenerlo y cuidar a los animales, luego nos vamos
alternando esta función para que a todos nos toque en algún momento hacernos
responsables”. (Compañeros y compañeras responsables del criadero)
Tienda
de abarrotes
“Tenemos muy poco productos, en la semana se logra juntar
poco dinerito y a veces no alcanza para surtir de nuevo la tienda, pero la cosa
no es desanimarse. Vienen las autoridades locales para verificar las cuentas y
este dinero es para el pueblo. Por ejemplo sirve para apoyar con pasajes a los
compas que tienen que ir al caracol a hacer un servicio. Si vamos a hacer un
convivio festejando el aniversario zapatista, también el fondo sirve para eso.
Sí hubo mucha gente que se desanimó y dejó de ayudar, pero es porque no
entendieron que es poco a poco.” (Compañeras encargadas de administrar la
tienda)
Almacén
de maíz
“Tomamos un acuerdo las bases de apoyo. Los trabajos que
hacen los compas en la milpa son para cualquier necesidad de la organización,
los apoyamos con maíz, o si ocupamos recursos, vendemos el producto. Si los
compas no tienen que comer por alguna circunstancia, se les apoya”.
“El colectivo de maíz es sobre todo para nuestro consumo.
Para trabajar esto no hay una parcela fija, sino que se van rolando los
espacios. Un día el compa presta su espacio, más adelante otro y así. Ya hay
reuniones para establecer la milpa definitiva colectiva”.
“A veces hacemos frijol, nada más que ahorita no se ha
podido por los malos tiempos. Tenemos que esperar unos meses para la siembra”.
(Compañeros encargados de la siembra y recolección de maíz)
Panadería
“En el año 2000 las compañeras recibieron un curso para
aprender a hacer pan de parte de una compa que venía de San Cristóbal de las
Casas. Hay dos mujeres principalmente que empezaron a practicar cómo y qué tipo
de pan hacer y luego ellas le enseñaron a una más. El siguiente problema era
que no tenían dónde hornear el pan y no fue hasta el 2003 que hicimos un
pequeño horno con nuestro propio dinero. Desde entonces ya están echándole
ganas, juntando los recursos. Ahora ya estamos pensando en hacer un nuevo horno
porque el que tenemos ya está muy desgastado”. (Compañeras encargadas de la
panadería)
***
-Compa, ¿sabes dónde
venden pipas para fumar tabaco?- me pregunta Famoso en una de esas tardes en que nos dedicábamos a observar la
montaña.
-No. ¿En San Cristóbal
no hay?- respondí por responder algo.
-Es que vi a un
alumno en el caracol que traía su pipa con su bolsota de tabaco- dijo mientras
me representaba con sus manos el tamaño de la bolsa.
-Ya lo imaginé con
todas sus letras…Subcomandante Famoso
-Ja ja ja- Famoso
ríe con un tono que deja ver que la idea no le desagrada para nada.
Cualquier tema
relacionado con el Subcomandante Marcos, las milicias zapatistas y el Comité
Clandestino Revolucionario Indígena es intrínsecamente secreto dentro de la
organización. La realidad es que Famoso y
muchos zapatistas no pueden ocultar su admiración por Marcos.
Contrario a lo
que marca la tradición revolucionaria, el Subcomandante no tuvo que morir para
llegar a ser una marca comercial. Su rostro encapuchado se vende en todas
partes por San Cristóbal de las Casas.
-El gobierno metió a
60 mil militares en el 95 para tratar de encontrar a Marcos y no pudieron;
ahora usan las mentiras para aniquilarlo- fue lo único que pude escuchar de
parte de Famoso respecto al
subcomandante.
En tierras zapatistas
no tiene fuerza aquello de que “una mentira repetida mil veces se convierte en
verdad”. –Quisieron acabar con nosotros primero con paramilitares y después
inventando cosas- recordó Famoso al
comenzar a contar la historia de su encierro, cuando estuvo preso por allá en el
año 97:
-Yo estaba vendiendo
puercos y de repente me llegaron por la espalda. Y así, sin más, me subieron a
una camioneta y me dijeron: “Te vamos a llevar con tu padre Samuel Ruiz”. Pero
nunca llegamos a la iglesia, sino al cuartel militar. De ahí a prisión y a
estar encerrado por seis meses. Nunca me comprobaron nada.
Famoso cuenta la historia pero sin amargura ni
coraje, lo hace con alegría, como si fuera un buen recuerdo o algo que le
hiciera sentir orgulloso.
-Me acusaban de
aportación de armas, de asesinato, violación, secuestro, abigeato…de ser
zapatista, pues. Al final pude salir por la presión de los compañeros en la
ciudad. Los que me acusaban decían que me vieron con el pasamontañas. ¿Cómo
puedes identificar a alguien con capucha?
Famoso recuerda el alzamiento del 1 de enero del 94
como una paradoja: “Unas horas antes Salinas había dicho que en México no
existía pobreza…al amanecer San Cristóbal se llenó de pobres”.
-¿Hubo muchos presos
zapatistas?
-¡Uhhh! Se llenó la
cárcel.
La intimidación o el
pensar en claudicar nunca fueron opción. Famoso
asegura que antes del levantamiento zapatista las condiciones eran de absoluta
miseria. “Todo estaba jodido” repite constantemente. No había nada que perder y
todo por ganar.
Para evitar las
trampas de la corrupción y hacer que funcione la autonomía, los zapatistas
crearon en el año 2003 las Juntas de Buen Gobierno, donde las autoridades
elegidas tienen una gestión de tres años. La elección es por asamblea y no se
despilfarra el dinero en campañas electorales, los pueblos eligen a los
representantes de frente y continuamente hay reuniones para que los habitantes
de las comunidades vigilen qué se hace con el dinero o hacia dónde quieren
destinarlo. Este tipo de organización se lleva a cabo también en los municipios
y en los pueblos. Es la mejor forma que han encontrado de emplear la democracia
participativa, de lo que llaman “mandar obedeciendo”.
Mauricio actualmente
es secretario general de su pueblo, los habitantes de Rumania lo han elegido.
-Y si no hubieras
querido aceptar el encargo, Mauricio. ¿Qué
hubiera pasado?
-¿Y por qué razón no
iba querer ayudar a que esto siga creciendo?- me pregunta Mauricio y, hasta
ahora, no sé todavía qué responder.
***
Ya se mira el horizonte/ combatiente zapatista/ el camino
marcará/ a los que vienen atrás/ Vamos, vamos, vamos, vamos adelante/ para que
salgamos en la lucha avante.
Nos hemos reunido
todos en la casa de un compa. Es el último día y nadie quiere partir. La
sensación es la de querer meter la revolución en una maleta para llevarla a las
grandes ciudades y, así, poder mostrar que existen caminos diferentes, mejores.
La adaptación ya es completa: cenamos juntos, reímos juntos, lavamos platos
juntos y también dormimos juntos en un mismo suelo.
Hombres, niños y mujeres/ el esfuerzo siempre haremos/
campesinos, los obreros/ todos juntos con el pueblo.
Los mensajes finales
han sido dichos en español y chol. Uno a uno expresó su sentir sobre lo que
habían sido los días y las noches. Nadie quedó sin hablar ni ser escuchado.
Cada opinión es tomada en cuenta, valorada y aplaudida:
“Una cosa es mirar las cosas de fuera y una
muy diferente tenerlas aquí enfrente”.
“Gracias por dejarnos
conocerlos”.
“Gracias por tomarse
el tiempo de venir y estar aquí”.
“Esto me motiva, aún
más, para ser autosustentable”.
“Perdonen si se enfermaron
o las comidas les hicieron daño”.
“Perdonen todas las
molestias que les ocasioné”.
“En estos días
aprendí mucho, pero sobre todo, sentí”.
Nuestro pueblo dice ya/ acabar la explotación/nuestra
historia exige ya/lucha de liberación.
La salida ha sido
como la llegada: con lluvia, frío y esperanza. El aprendizaje es convencerse
que las luchas valen la pena cuando en ellas se encuentra la dignidad
arrebatada. La promesa es ser zapatista en cualquier parte, sin importar el
calendario o la geografía de cada uno.
A bordo de una
camioneta y, después de múltiples despedidas, los vemos alejarse poco a poco.
Ahí se quedan, mirándonos. Como siempre seguirán resistiendo, no sólo contra
los ataques del Estado, sino contra el olvido que les quieren imponer la clase
política incluyendo la “izquierda” bien
portada, el periodismo burocrático que quiere
archivar su historia y los intelectuales acomodados que llenan de
palabras vacías a la opinión pública. Pero ellos ahí están. Resistiendo y
soñando. Siguiendo al pie de la letra aquello que decía el viejo Antonio:
“Cuando se sueña hay
que ver la estrella allá arriba, pero cuando se lucha hay que ver la mano que
señala la estrella. Eso es vivir. Un continuo sube y baja de la mirada”.