Víctor Ruiz.
Canción: “Aprendiendo a
luchar”
Intérprete:
Reincidentes.
Tiempo de canción y
lectura: 3:35
En las calles de Belfast/ en la
jungla de El Salvador/ en el África profunda/ y hasta en tu habitación.
-¿Cómo adjudicarme el derecho de reclamar y exigir si no tengo trabajo o
tantos estudios que me den credibilidad como ciudadano?
-Pues es que no tienes trabajo y estudios por las mismas fallas del
sistema, ¿no?
-Puede ser, pero el argumento letal es que resulta muy cómodo criticar
desde mi sillón. ¿Ante eso, qué puede uno responder?
En todas las reservas/ o en el
despacho de un cabrón/ en Córcega en Sri Lanka/ de Baiona hasta Nervión.
-La respuesta está en aprender a luchar.
-Si no tengo en que caerme muerto, ¿cómo pretendes que me convierta en un
luchador social?
-Hablas como si fuera necesario ser un Che
Guevara para accionar, tener una hora en cadena nacional o ser un congresista.
-No precisamente, pero tampoco tengo un movimiento social a mis espaldas.
Si quieres más/ no huele a victoria/
si quieres más/ pero da igual/ ¡Ni un paso atrás!/ no hay nada que perder/
aprendiendo a luchar.
-El que alguien sea líder de un movimiento, tenga una tribuna o escriba
libros para decir lo que quiere, no lo hace precisamente un luchador. A veces
es bueno lanzar una que otra piedra, es una señal de que la paciencia se acabó;
pero esa piedra no tiene razón de ser si está vacía de compromiso.
-Explícate.
-Es sencillo. Alguien vocifera en alguna tribuna las más grandes cualidades
de la humanidad y exige que la sociedad entera actué bajo esas virtudes.
Digamos que pide igualdad entre todos, pero en su casa trata de diferente
manera a los hombres que a las mujeres. ¿Acaso no está promoviendo el mayor
acto de desigualdad entre géneros, el mismo que ha castigado a las mujeres por siglos?
-Entiendo. Se trata de una cuestión de congruencia entre lo que se dice y
las acciones.
-De congruencia, moral y sobre todo de honestidad. La congruencia en los
actos, la moral de saber con claridad que cosas no permitirías en tu vida ni en
la de los demás y la honestidad de accionar por una convicción ideológica, por
la indignación que vive en tus entrañas y no por un compromiso de hacerte notar
como el mejor ser humano, cosa que al final no terminarías siendo.
Donde estudias/ donde curras/ o en
una ocupación/ contra el reino del cipote/ del dinero y de la cruz/ por nuestra
independencia/ contra la emigración/ para salvar Doñana/ contra Rota y Morón.
-Bien. Pero yo puedo ser honesto, congruente y tengo mi moralidad definida;
sin embargo, todavía continúo sin hacer nada.
-Eso es lo más sencillo de pensar y señalar. Decía Durruti que la
revolución empieza en los corazones; es ahí donde llevamos un mundo nuevo. Las
batallas contra todo lo que te indigna no están en las montañas con un fusil.
Piensa que tú tienes un mundo inmediato, el que afrontas y convives a diario. A
ese mundo le tienes que ofrecer lo que eres. Todo eso se verá reflejado con tu
familia, amigos, vecinos y hasta con la gente que se cruce en tu camino. Se
trata de un compromiso de ideas. Ser fiel a lo que defiendes es ir caminando
hacia un progreso.
-¿Y si a mí me indigna lo que pasa en Ruanda? Queda a millones de
kilómetros de aquí; es imposible hacer algo por ellos.
-El hecho de que te indigne es un gran avance. Sin darte cuenta, estás
combatiendo contra una de las herramientas más demoledoras del capitalismo
salvaje: la pasividad e indiferencia
ante las atrocidades. Lo segundo es comunicar toda esa indignación, y para
ello, existen múltiples opciones, entre ellas, la palabra es tu arma más
poderosa. Es tan efectiva, que ahora me vengo a enterar que te molestan los
millones de muertos en Ruanda. Ya somos dos indignados ante tal situación, ¿no
es increíble el uso de la palabra?
Si quieres más/ quien no tiene nada/
si quieres más/ sólo mierda y sudor/ ¡Ni un paso atrás!/ nada tiene que perder/
aprendiendo a luchar.
-La verdad es que suena un poco repetitivo y falto de compromiso eso de
decir “que peleo desde mi trinchera”.
-No es una trinchera. Es la posición en la que te encuentras y desde ahí
vas ofreciendo al resto lo que crees y defiendes a través de las cualidades
antes mencionadas.
-¿Y eso es suficiente para cambiar al mundo?
-Es verdad. No puedes cambiar el mundo, pero vas a cambiar el tuyo. Y la
gente que te rodea irá comiendo a pedazos de ese mundo que eres tú. Te
absorberán lo mejor de ti y sabrán que vale la pena mantenerse firmes por más
que el otro mundo te diga que fracasaste. Eso es aprender a luchar.
Sólo puedes votar/ morralla es lo
que hay/ queda todo que hacer/ también puedes flipar/ aprendiendo a luchar/ si
quieres más/ ¡Ni un paso atrás!
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