lunes, 4 de noviembre de 2013

“Los decididores”

Víctor Ruiz.




"Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro”.*

Se han reunido porque era necesario. La emergencia era mundial y la activación de un plan tenía que ser de inmediato. Convocados en el Nobis Hotel, el más lujoso de Estocolmo, Suecia, han venido hasta aquí, con sus trajes de primer mundo. Se han saludado fraternalmente como los buenos ex compañeros que fueron dentro de las universidades de élite de economía. Han pasado de los abrazos al intercambio de logros en el gremio. Ya hablaron de globalización, neoliberalismo y de qué tanto se obtuvo los resultados que esperaban.

Nadie sabe de esta reunión más que los magnates del hotel, ellos por supuesto guardarán el silencio prudente que la ocasión amerita. Citados en el auditorio que se encuentra en la parte baja, están la gente que usted no votó ni eligió de ningún modo, pero que de igual forma gobiernan sobre su economía. Son los dueños del Banco Mundial, economistas prestigiados del Fondo Monetario Internacional y todos los que controlan el capital. Ellos también son los encargados de poner en los gobiernos de los países a los personajes que más se adecuan a sus intereses. Muchos de sus empleados son presidentes, la mayoría nunca les han fallado.

“Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden”. *

-Tenemos que inventar una crisis, una recesión económica que obligue a nuestros gobiernos europeos a implantar recortes, recortes que terminarán reflejándose en el resto del mundo- dijo el economista ganador del premio Nobel que hablaba frente a la asamblea.

Un prestigioso banquero tomó la palabra y completó la idea:

-Hablaremos de una crisis mundial, del déficit económico. Se instalará el paro y las deudas aumentarán; la gente no podrá pagar las hipotecas de su casa y seguramente terminarán desahuciados. Suena difícil, pero a pesar de todo les pediremos un poco de paciencia, que aguanten un poco más.

-Está claro que la gente se indignará, pero ya encontraremos mecanismos de anestesia. Si estos fallan, la gente podrá salir a las calles y gritarán cuanto quieran; aventarán piedras a las fuerzas policiales, pero al final del día se darán cuenta que no pueden hacer absolutamente nada- opinó un colega más.

-Para esto es necesario contar con el apoyo de la iglesia y de los intelectuales que estarán de nuestro lado. Necesitan hablarle a la gente y hacerle creer que los tiempos que correrán tendrán de recompensa un futuro de bonanza. Es decir, todo tiene que ser certeramente maquillado; la opinión pública escuchará términos como “macroeconomía”, “amortización”, “bienes de uso y de consumo” y toda esa palabrería que no logran entender. Eso sí, no se les dará mayor explicación de lo que sucede y los orillaremos a pensar que las cosas son así y que no hay el porqué cuestionarlo- explicó de forma contundente un profesor de la universidad de Harvard.

Ya decía José Saramago que la democracia es una forma de engaño, y en nombre de ésta, los intereses iban a subir y bajar a complacencia de las élites políticas y económicas. Los medios internacionales serían informados y capacitados para el manejo del guión propuesto por los economistas.

-Esto durará algunos años, y cuando se tenga que terminar, la gente volverá a tener un carro, vacaciones a la orilla del mar y un crédito en el banco que les permitirá consumir cuanto les apetezca. Todo volverá a girar normalmente.- concluyó el líder de la secta de “decididores”.

“Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena". *

La reunión se extendió por más de 4 horas. Afinaron detalles para que todo estuviera perfectamente calculado. Acabada la sesión, brindaron con champagne que el gobierno estadounidense les otorgó cordialmente. Al día siguiente la maquinaria se encendería: las fábricas multinacionales harán un excesivo recorte de personal, se eliminarán sindicatos, los egresados de las universidades no tendrán ninguna opción de trabajo, el banco doblará los intereses, el precio de la canasta básica aumentará al triple, la cultura y educación sufrirán la retención de recursos, la violencia en la protesta será condenada, las comunidades en situación de extrema pobreza sólo tendrán más hojas para comer y los gobiernos declararán una recesión económica. Ellos, los economistas controladores del capital, continuarán escondidos en la sección de economía dentro de los periódicos.


*Arturo Pérez Reverte, “Los amos del mundo”, publicado en “El semanal” el día 15 de Noviembre de 1998.


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