I
Ladridos y maullidos se escuchaban cada noche en el centro de la ciudad.
Perros y gatos se disputaban todos los días el control de la zona; pero más que
eso, era la eterna batalla de personalidades. Los gatos creían que los perros
eran sujetos inferiores y demasiado serviles, mientras que los perros
denominaban a los gatos como una especie fea e inservible para la sociedad.
Guasón, Totín y Podi eran los líderes del bando perruno; Txus, Nicolás y
Wilson hacían lo propio con su tribu felina. Día a día, todos estaban ocupados
planeando como acabar de forma definitiva y dolorosa con sus odiosos rivales.
Una mañana cualquiera, Guasón se encontró en la avenida con Txus (que tenía
la fama de ser el gato más agresivo de la ciudad) y se engancharon en una
discusión acalorada que denotaba el desprecio que sentían mutuamente.
-Gato vago. ¡Tú y toda tu manada deberían estar muertos!- gritaba Guasón
con la intención de que todos los que pasaban a su alrededor se enteraran.
-¿Por qué te molesta tanto que tengamos una libertad que tú no puedes?-
preguntó Txus en tono arrogante.- Los perros sirven para mover la cola y para
recibir golpes, debería darte vergüenza.
El ambiente se tornó pesaroso, pero ninguno de los dos tenía la intención
de cesar la discusión. Guasón en una postura firme buscaba intimidar a Txus;
pero éste, no le quitaba la mirada de encima en señal de que sus tácticas para
provocar temor no funcionaban con él.
-Una última batalla…que sea a muerte- propuso Guasón a Txus con una voz que
afirmaba por si sola que no estaba vacilando.
Txus quedó perplejo ante la proposición. La respuesta no podía ser
negativa, pues de serlo, el orgullo de todos los gatos quedaría pisoteado hasta
el final de sus días.
-Que sea en el terreno baldío que se ubica atrás de los edificios- confirmó
Txus con personalidad y carácter-. Hoy, por la noche, sin tregua decidiremos
por fin al vencedor.
Guasón y Txus se quedaron mirando fijamente por unos segundos. No
intercambiaron más palabras, cada uno dio vuelta por su lado. Ambos se dirigían
a informar a sus respectivos camaradas
sobre la batalla final pactada.
II
Totín, el perro más sensato y pensante de los tres líderes no recibió de
buena manera la noticia sobre la pelea que sostendrían contra los gatos por la
noche.
-¡Es una locura!- gritó efusivamente, tanto que parecía un regaño hacia
Guasón- perderemos muchas vidas, estoy seguro.
Podi, que era un perro todo impulso y sentimiento reaccionó de manera
contraria a Totín. La sonrisa no la podía ocultar. Había esperado toda su vida
para que se diera este momento.
-No tienen nada de que preocuparse- aseguró Podi como buscando calmar el
temor de Totín- ellos saben que con nuestra fortaleza física nunca podrán.
Por parte de los gatos, el orgullo no les permitía tener miedo (o al menos
expresarlo). Wilson que no estaba acostumbrado a combatir cuerpo a cuerpo,
sabía que en la noche pelearía más con pasión que con técnica.
Nicolás no quiso saber detalles de cómo fue pactada la batalla. –Tenemos
que convocar a todos los gatos de la ciudad- ordenó de manera urgente- ellos
serán más fuertes, pero nosotros seremos más en cantidad.
III
Cuando el reloj anunció que ya era media noche, un centenar de perros
caminaban por la calle que daba al terreno baldío. Todos ladraban al mismo
ritmo; querían hacerle saber a todo el mundo que era el día de la victoria
final.
Los gatos, encabezados por Txus, esperaban en el terreno la llegada de sus archirrivales;
todos se encontraban formados como si fueran un pelotón militar. La
concentración que reflejaban sus rostros era de admirarse; trabajaron a lo
largo del día en forjar una mentalidad sólida y ganadora.
Al momento de encontrarse los dos bandos, los ladridos cesaron. Se miraron
mutuamente, se analizaron y buscaron intimidarse a través de la actitud. No
existió una sola palabra de por medio. Bastó de un maullido del gato Txus para
que la guerra diera comienzo.
Los ataques se veían por todas partes: Txus rasguñaba a cuanto perro se le
ponía enfrente; Guasón mordía con toda la rabia posible; Nicolás arañaba como
podía; y Totín peleaba intensamente con Wilson.
La sangre empezó a brotar por todos lados, mientras que al mismo tiempo el
escándalo iba despertando a toda la ciudad. Era una autentica guerra lo que estaba
sucediendo en el viejo terreno baldío.
Perros y gatos estaban tan inmersos en la pelea que no notaron que más de
cien camionetas habían rodeado el campo de batalla. Txus se percató de que
no estaban solos cuando vio una luz potente sobre sus ojos; el resto de a poco
fue descubriendo la situación.
Hombres bajaron de las camionetas corriendo, vestían un uniforme que tenía
la insignia de la perrera de la ciudad y en sus manos cargaban una escopeta
llena de dardos tranquilizantes. El caos reinó por todo el terreno, gatos y
perros intentaron huir pero era en vano: estaban atrapados.
Uno a uno fueron llevados a la parte trasera de las camionetas. La batalla
final no había dado como vencedor ni a perros ni gatos.
IV
Al abrir los ojos, lo primero que vio Totín fue la jaula en la que se
encontraba encerrado. No terminaba de despertar cuando a lo lejos escuchó
maullidos y ladridos de dolor.
Los mismos hombres que se presentaron en el terreno baldío ahora también
eran los responsables de torturar y asesinar tanto a perros como gatos;
posteriormente los arrojaban en bolsas negras, para después llevarlos a
camiones encargados de recolectar basura por la ciudad.
Totín miró desesperadamente a todos lados. No vio por ninguna parte a sus
camaradas ni tampoco a sus conocidos gatos rivales. Totín empezaba a entender
todo como una gran revelación. Ya era demasiado tarde…era el siguiente en
morir.
Moraleja: Por amarnos de dos en dos, y odiarnos, en cambio, de mil en mil,
nos olvidamos que a veces existe un enemigo que tenemos en común que es más
fuerte y poderoso que nosotros.
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