Víctor Ruiz
No superaba los 5 metros de largo.
Aquello era infernal. Sin espacio individual de por medio, al lugar no
arribaron más de 100 personas, pero la sensación era la de estar apretujado en cualquier
festival masivo de rock. Los 30 años de Sin Ley hicieron escala en Guanajuato,
México.
¡No mames, está bien chiquito!,
fue la frase que se escuchó una y otra vez al iniciar la noche. Los ingenuos
que visitaban por primera vez el bar no daban crédito a lo que veían. Entre la
duda, la sonrisa de “que esto debe ser una broma” y el sudor, todos trataban de
acomodarse para presenciar el show literalmente cara a cara.
Sin Solución abrió el concierto
al estilo ramonero y no daba tregua entre canción y canción (un, dos, tres, va…).
Los de la línea de enfrente pedían a gritos una cerveza para anestesiar el calor,
pero sabían que abandonar tan privilegiado lugar implicaba terminar haciendo
pogo prácticamente en la puerta.
Era cuestión de estrategias.
Saber posicionarse. Erika, que llevaba 16 años esperando a que Sin Ley por fin
pisara tierras mexicanas, sabía que no había forma de perdérselo. Sí o sí, se
las ingenió para tomar un buen lugar (aunque esto parezca una utopía tomando en
cuenta las dimensiones del bar).
Sentada bajo la bocina, no hubo
manera de que Erika se moviera un solo centímetro por más de dos horas. Su
situación la convirtió involuntariamente en un miembro más del staff de Sin
Ley. “¡Eh, le podes hablar a la chica!”, gritaba constantemente a lo lejos el
ingeniero de audio para pedirle a Erika que sostuviera fuertemente la base del
sonido.
¿Por qué accedió Sin Ley a tocar
aquí? ¿Sabían de las condiciones del bar? Tras dos o tres intentos fallidos por
venir a México, ¿por fin se habían vuelto más accesibles al momento de ser
contratados? Los cinco músicos
argentinos no parecían muy interesados en responder las preguntas.
Pasada la media noche, Dudú y compañía
aparecieron y de inmediato se acomodaron en el escenario para montar los
aspectos técnicos que faltaban. Como cualquier banda que comienza, conectaron,
afinaron y se sincronizaron. Parecían felices haciéndolo.
Sin más, el afiche de Sin Ley fue
colgado en la pared. Dudú se colocó los lentes oscuros y tras una breve introducción
con “Raros”, el recinto retumbó con “Infractora”. Luego de 30 años arriba del
escenario, pareciera que el tiempo ha sido nada, o mejor dicho: que pese a
todo, esto sigue siendo punk rock.